Una de los temas que me interesan desde hace mucho tiempo es la lectura crítica. Mis referentes se congregan en el campo de estudio de la literacidad crítica (Cassany & Castellà, 2011). Me he hecho preguntas desde un punto de vista psicológico (¿cómo se desarrolla la capacidad para ser crítico o criticidad frente a los textos?) y cultural (¿en qué contextos y condiciones socioculturales la gente puede desarrollar esta criticidad?). Me adscribo a la idea de que uno de los requisitos para construir comunidades democráticas es que la gente aprenda a aproximarse de manera crítica a los textos*.
Una vez aclarados mis intereses intentaré reflexionar brevemente sobre un “evento letrado”. Hace unos días me topé con una publicación en Facebook. Se trataba de un video que desmentía la tragedia que se encuentra viviendo Guayaquil (por supuesto no voy a apoyar a su difusión, usted lo puede buscar si quiere comprobarlo, no será difícil porque hay varios). Lo que sí voy a difundir son algunas de las noticias de diferentes medios internacionales que han hecho cobertura sobre los sucesos:
Me parece absurdo que un video en Facebook, que de hecho PAGA (y no puedo enfatizar más esto, PAGA) por difundirse, intente desmentir algo que tantos medios internacionales están reportando. La campaña es torpe; sin embargo, si alguien está gastando dinero en hacerla es porque ya ha comprobado su efectividad. Habría que pensar a quién beneficia este discurso para intentar encontrar su origen; además, la recurrencia y convergencia de ciertos argumentos nos indican de qué sector vienen. En fin, todo lo anterior me hace pensar dos cosas:
1. El trabajo de Bradshaw & Howard (2017) es muy relevante. Desde un proyecto de investigación del Oxford Internet Institute, ellos hicieron un inventario de los países en los que existen grupos que se dedican a la manipulación de la opinión pública en redes sociales, el término que usan es “cyber troops”. ¿Quiénes financian y ocupan estos grupos? Gobiernos, partidos políticos y ejércitos… esas instituciones que deberían apoyar la democracia y que —de hecho— sus fondos vienen del pueblo. Por supuesto, entre los países identificados se encuentra Ecuador del que se identificaron varias estrategias como ataques directos a usuarios y uso de cuentas falsas.
2. Si estos videos son suficientemente efectivos para que “alguien” o “un sector” esté invirtiendo en ellos, entonces hay gente que requiere de mayor capacidad para ser crítico frente a los textos. Me parece que la Educación Básica debe ser un espacio para desarrollar la criticidad. Me peleo con los libros de texto cuando se obsesionan con obras literarias (no pongo en duda su relevancia) y dejan en un plano secundario otros textos como noticias, editoriales, columnas y memes, textos que contienen debates relevantes para nuestras comunidades.
Para aquellos docentes que quisieran introducirse a este tema —y sobre todo— conocer algunas ideas para el aula, recomiendo el libro de Cooke (2018) titulado Fake News and Alternative Facts. Information Literacy in a Post-Truth Era, del cual ya hice una reseña.
Lista de referencias
- Bradshaw, S., & Howard, P. (2017). Troops, trolls and troublemakers: A global inventory of organized social media manipulation. Recuperado de https://ora.ox.ac.uk/objects/uuid:cef7e8d9-27bf-4ea5-9fd6-855209b3e1f6
- Cassany, D., & Castellà, J. (2011). Aproximación a la literacidad crítica. Perspectiva. 2011; 28 (2): 353-374. Recuperado de https://repositori.upf.edu/bitstream/handle/10230/21187/Cassany_PERSPECTIVA_28_2.pdf?sequence=1&isAllowed=y
- Cooke, N. (2018). Fake News and Alternative Facts. Information Literacy in a Post-Truth Era. Chicago: ALA Editions.
* Sin ánimos de agotar el tema y sólo por ilustrar, me refiero a gente que al leer es capaz de cuestionar aspectos como el tipo de texto que tiene en sus manos (género y características), el autor (su lugar de enunciación, su postura y sus propósitos), los argumentos (su lógica, datos, fuentes y coherencia) y que pueda calcular a quién afecta o beneficia el discurso en juego.